La violencia atravesó un límite impensado

Estaban absolutamente equivocados aquellos que pensaban que la muerte de un jugador de fútbol sería el límite que no podría atravesar la violencia que nos viene sacudiendo por imperio de la locura barrabrava.

El escenario de este último capítulo de irracionalidad fue La Rioja, pero bien pudo haber sido cualquier otro lugar del país donde se desarrolle actividad futbolística. La crónica deportiva-policial nos pasó revista en estas últimas horas de la muerte de Franco Nieto, equipista de Tiro Federal, club riojano que forma parte de la Liga de Aimogasta.

El infortunado deportista fue brutalmente agredido por delincuentes disfrazados de hinchas pertenecientes al club Chacarita, al término de un encuentro suspendido por incidentes en el que habían sido expulsados ocho jugadores, entre ellos el propio Nieto.

A Nieto lo atacaron a golpes y con objetos contundentes cuando se retiraba del estadio, produciéndole graves heridas que motivaron su inmediata internación.

Tras una fallida intervención quirúrgica, entró en estado vegetativo y falleció luego de estar internado cuatro días en una clínica de La Rioja. La información también decía que la policía logró identificar a los atacantes, dos mayores y un menor de edad, los que se encuentran a disposición de la Justicia.

Lo grave, irreparable y absolutamente inaceptable es que el fútbol acaba de cobrarse una nueva vida, en esta oportunidad de uno de los actores centrales del espectáculo. Este año hemos tenido que analizar el tema una y otra vez.

Cada vez que ocurrió un episodio de estas características insistíamos en la necesidad de ajustar más los mecanismos de control y no quedarnos solamente con la prohibición de hinchas visitantes en los estadios como una única medida.

Los choques entre bandas violentas pertenecientes a un mismo club, enfrentadas por el manejo del poder y los negocios, ha sido moneda corriente. Heridos, muertes y destrozos fueron el repetido saldo de estos choques, que no sólo ocurren en los clubes de mayor convocatoria: en cualquier entidad, aún aquellas pertenecientes a divisiones de ascenso, se han generado situaciones de extrema gravedad.

Ahora el ataque fue contra un futbolista y el saldo, tremendo. No hay límite para la locura. Las apretadas de parte de los hinchas a los integrantes de cualquier plantel, los proyectiles arrojados a los equipistas en pleno partido como las escaramuzas al término de los encuentros han sido una constante y algún día el saldo iba a ser fatal.

El grado de agresividad y locura en torno al fútbol sigue superando todos los límites. Lamentable.